
Rompo hoy el hielo, tras más de dos meses de inactividad en el blog. Durante este tiempo, me han rondado algunas ideas interesantes sobre las que hablar; pero ninguna debió de ser lo suficiente como para moverme de mi letargo primavero-veraniego.
Sigo el tema de los atentados por muchos motivos. Ya se sabe que he estado en Londres en dos ocasiones y sé que iré con cierta frecuencia. El terror me sorprende, todavía a mi edad; las manifestaciones de terror me hacen comportarme como una niña que no supiera de la crueldad del ser humano.
Lo siento por todos, por las víctimas y por los terroristas (que también son víctimas de otro modo).
Repaso algunos periódicos extranjeros, me apaño con el francés, el italiano y el inglés y me gusta sentir que puedo saber lo que piensan fuera sin que me lo cuenten desde dentro, y más teniendo en cuenta lo que confío yo en la información de este todavía nuestro pais.
Hoy en Le Monde hay una reseña que a mi me ha llamado la atención:
Anat Rosemberg, una mujer judía de 39 años y que residía en Londres desde hacía casi 10 años, murió en los atentados, dentro del autobús y mientras hablaba con su novio por teléfono. Se da la circunstancia de que Anat, había desarrollado en Israel una terrible fobia a los autobuses a causa de los atentados allí. Ahora pienso en la importancia que pudo tener esa fobia para dejar a su familia en Israel y venirse a Europa.
¿Quién iba a decirle a Anat que haría un largo viaje para venir a morir a Europa en el único autobús siniestrado de ese fatídico día.?
Seguramente Anat no se dió cuenta de que su fobia no era un mal sueño, y tal vez murió feliz, porque acababa de decirle satisfecha a su novio que había pillado asiento!
Descansen todos en paz ya que no pudieron vivir con ella.