Superado el periodo de invalidez transitoria, me sumerjo en una especie de "recuerdo bulímico", que me lleva a comer ricas tostadas con mantequilla y mermelada de tomate. El pan con mantequilla y azucar, me lleva a la infancia. Me llevo la tostada a la boca y al morder cierro los ojos. Los dientes trituran el azucar con rumor de pasado, traspasan la espesa capa de mantequilla y el sabor estimula los recuerdos.
Seguramente me paso de tostadas y por supuesto de mantequilla. Tengo más grasa en la cara (bueno, en todo el cuerpo).
Me estaba yo quitando una espinilla traidora, en el espejo de aumento que hay en el baño. No era fácil y me juré que no volvería a caer en el graso placer, en el craso error. Salió de pronto, enorme, acusadora. Creí ver algo en ella. Había algo oscuro en su interior. Busqué la lupa de aumento de mi abuela y como si de una espada se tratase, la enarbolé en dirección al baño.
Había dejado la espinilla en un disco desmaquillante. Creí que estaba limpio, pero se veía bajo la espinilla una mancha plateada cuyo origen no recordaba.
Coloqué la lupa encima, acerqué el ojo y espantada pude leer en la espinilla "Arias. De toda la vida"